Os intuyo tras el espejo
emboscados
tras una larga sombra opaca.
Os he oído mientras respiraba
excitados
sacudiendo mi cabeza
como monos furiosos.
Os he sentido bajo la piel
mientras estirabais de ella
pertrechados de anzuelos
cuchillos y arpones.
Os he dejado alimentaros
de mis vísceras
mientras sonreíais
mientras llorabais
mientras gritabais
rebañando mi cabeza
con cucharas talladas con mis huesos.
Y una vez saciados vomitáis
sobre mi cuerpo vencido
vacío
y con los tendones me volvéis a coser
con aparente destreza
y colocado
de nuevo
como un juguete averiado sobre una silla
para volver otro día
y otro
y otro.
Así toda mi vida.