Ahí se asoma una tragedia
en la calma tensa oscura.
Allí se confunde el maullido
con el llanto solitario de un niño.
Con los tacones retumba el asfalto
como si el suelo estuviese mojado,
mientras beben por beber dos hombres
porque ya no saben hacer otra cosa.
El solitario pasea a su perro
eludiendo las bandas de marujas diurnas.
Cuando el día se esquiva los charcos parecen navajas
donde despuntan los gatos callejeros
embriagados, con las patas llenas de pescado.
Aquí no iluminan ni la luna ni las estrellas
sino las farolas tristes de luz pajiza.
Pasa el camión, chirrían los frenos,
rebotan los contenedores.
Olvidé bajar la basura
olvidé tirar los restos
olvidé preparar la cena
olvidé sacar al perro.
MIERDA