- Dime que ya tienes los explosivos.
- De momento el primero va para tu casa, por reírte de mi plan,
¿los otros donde quieres que los ponga?
Quiero que coloques unos cuantos
en las cuatro bases
de las cuatro torres
del Paseo de la Castellana,
que sea un Cabo Cañaveral
tripulado por cuatro Gagarines
y que en su ascensión explosiva
se vean, desde lejos,
cientos de ejecutivos despedidos,
y que lluevan mocasines
cuellos blancos y azules
cachemires imposibles
pronto rojos,
rojo todo.
Quiero que coloques los que sobren
en el aparcamiento subterráneo del Bernabéu
y que durante el Madrid-Barça
se accionen con el pitido inicial,
que el gallinero y los anfiteatros "se vengan abajo"
pero de verdad
que ochentamiltrescientoscincuenta y cuatro
(más veintidós)
dibujen un champiñón atómico
y que los restos de los cuerpos,
de los Messi, de los Cristiano,
queden esparcidos por Madrid,
indistinguibles.
Y que nosotros lo veamos
bajo un paraguas.
No vaya a ser que nos salpique.