El Solitario, El Lute y El Dioni |
La vieja jubilada que sustrae el tiempo de los incautos
en las colas de los supermercados,
el que se infiltra entre las bragas
usurpando tempestades de ultrabar,
el que malversa fondos públicos
con elegancia institucionalizada,
la que desvalija el lado derecho de la cama
mientras duerme el tigre de bengala.
Todos roban, todos.
Sólo algunos hombres lo convierten en hazaña
juego de pólvora y sangre insoluble:
la expropiación como arte
el cómo por el cuánto.