lunes, 12 de diciembre de 2011

(Ella) El frío

Decían que estaba demasiado fría,
que mis encías sangraban como una piara de cerdos,
que miraba con ojos de cabeza de pescado,
yo,
que con cada crujido de nudillos espantaba a los cuervos,
yo,
que con cada costilla, que con cada tibia rota
cargaba las nubes y despertaba
los truenos.

Decían que estaba demasiado fría,
por eso nadie me oyó gemir
a dos metros bajo tierra.