Stanley Forman (1975) |
como turistas desarmados en un frenopático,
como viejos seniles perdidos en un supermercado
tratando de protegerse con sus dientes falsos
de una visión fragmentada.
Intentábamos recomponer la mirada, inclinándonos,
procurando abarcar a través del reflejo del espejo
algo más que nuestros bustos de foto de carnet, en vano,
pues hacía ya mucho tiempo que nuestros cerebros
sólo procesaban imágenes pixeladas
dentro de un marco de 17 pulgadas.