una conjetura lo suficientemente pequeña
para que podamos mirarla
sin sentirnos incómodos.
El pasado es un cadáver que perdimos en algún momento,
olor que camuflamos con flores muertas
cuyo perfume
aun nos hace dudar.
Insistes en preguntarme:
-¿Quién eres?
-Soy la suma de todos los tropiezos de un niño gordo y rubio con sus propios pies, una piedra en cada mano y una sonrisa de clavos blancos apretada bajo un traje hecho de piel.
Antes de responderte tú ya te has ido y yo sólo puedo
tragarme la lengua y dejar de respirar.