jueves, 2 de agosto de 2012

Fanzine VACCINE

   

Lo que comúnmente se llama locura no es sólo un desorden mental sino también físico, biológico, integral. Todos los procesos químicos que suceden en el cerebro, todas las alteraciones de los neurotransmisores, las carencias y sobredosis de neurohormonas, las disfunciones del sistema nervioso, afectan a cada una de las partes del cuerpo. Dejas de dormir o duermes demasiado, dejas de comer o comes compulsivamente, te vuelves indolente o frenético, tranquilo o agresivo, vives o dejas de vivir. Una parte importante de los llamados locos elige suicidarse ante la incapacidad de afrontar todos estos cambios, limitaciones, excesos y pérdidas de control. A veces parece algo inevitable. Para otros saber que existe esa alternativa les lleva a todo lo contrario. Una vez asumido que uno puede matarse, que en caso de emergencia sería relativamente fácil, que es una opción viable; la carga de la propia vida se hace más liviana y en muchos casos la presencia mental de la posibilidad de tirarse de un puente, pegarse un tiro, inhalar helio, intoxicarse con fármacos, estrellarse con el coche, autoinmolarse, desgarrarse la yugular, colgarse de un árbol, electrocutarse en la bañera, cortarse las venas en vertical, ahogarse en el mar atado a una piedra, envenenarse, desentrañarse o hacerse un sepukku hace que la existencia parezca más habitable. La vida se vuelve entonces un peligro controlado que puedes desconectar en cualquier momento. 

Para los que eligen vivir existen distintos trabajos y actividades que permiten encauzar sus alteraciones y disfunciones en un campo práctico concreto. La limpieza para los obsesivos compulsivos, la escritura para los psicóticos, las matemáticas para los ansiosos, la pintura para los esquizofrénicos, la política para los psicópatas, las artes escénicas para los bipolares o el periodismo para los depresivos. Se pueden hacer todas las combinaciones que se deseen y para casos de varios trastornos el campo de acción se ensancha, es algo que deberían tener en cuenta las agencias de colocación. Lo cierto -si es que hay algo cierto más allá de la superioridad culinaria vasca- es que es en el campo artístico donde la mayoría de los locos pueden volcar aquello que les sucede en su interior. No es que tengan mayores dotes artísticas ni mayor sensibilidad que el resto, sino que es la mejor terapia para convivir con su locura, en vez de ir en contra de ella. Mi experiencia me dice que es mejor utilizarla que enfrentarse, tal como hace cualquier amante del mar con las olas y las corrientes.

Hace algunos meses, antes de mi pseudoencierro (principalmente para trabajar y escribir de tapado, os pido perdón por mis ausencias tanto físicas como cibernéticas), los perros y perras o las perras y perros del Colectivo La Jauría terminamos un fanzine, nuestro fanzine VACCINE. No sabría cómo describirlo ni cómo presentarlo. Podría empezar diciendo que varias imprentas y copisterías de Madrid se negaron a aceptar el pedido, pero aunque sea cierto sonaría demasiado malditista. Creo que una buena frase identificativa sería "cómo ver porno mientras recitas a Nietzsche", de Layla. De hecho ella me dijo que no era necesario que publicase nada sobre el fanzine porque se está vendiendo muy bien y habrá una fiesta en el mes de Octubre. Sin embargo quería difundirlo un poco más y de paso aprovechar para salir del ostracismo y pedir perdón -sin arrepentimiento- por mi confinamiento.

VACCINE se puede conseguir en la librería Traficantes de Sueños de Lavapiés, en Arrebato Libros de Malasaña, por email (colectivolajauria@gmail.com) o a través del Facebook del colectivo ( http://es-la.facebook.com/Colectivolajauria).