lunes, 29 de julio de 2013
Nos otros
Aprendimos de los perros salvajes
que ladran en el sótano,
de los maullidos de los gatos nocturnos
llantos de bebés abandonados que recogen el frío
de los barrios vacíos de casas sin mantas,
del sonido hidráulico del camión de la basura
siempre puntual, como las hienas.
Crecimos sin poder evitarlo, aunque fuese previsible,
nunca logramos superarlo, mucho menos dominarlo,
tirando piedras sobre vuestro propio tejado
a falta de propio,
dibujando cicatrices que nunca tuvimos
de guerras que jamás existieron
de donde nunca volvieron.
Tuertos
mutilados
tullidos que no fueron
que no vivieron y aun así sufrieron,
los conocimos,
hablaban el idioma de los caídos,
humillados y vencidos
sin saberlo,
obsesionados con las ideas de otros,
incapaces
ofendidos
tal vez aburridos,
ciertamente engañados.
Compartimos con ellos el espacio y el tiempo,
la cola del supermercado
del autobús
de la agencia de empleo o de viajes,
qué más da,
ellos nunca nos ven
porque jamás supieron, ni tampoco quisieron,
escuchar a los perros del sótano
las piedras del tejado
ni las bombas caer.