Enemigo de las ideas hogar,
de las doctrinas redentoras,
de las promesas con final feliz.
Detrás de la escena del beso en el puente
el eco de los muertos
colocando las piedras con sangre
sobre una madriguera.
No,
no creo en caminos que alivien mi espíritu,
no quiero conservar nada
ni volver a ninguna parte.
Yo no tengo alma.
Soy un animal acosado por su ser,
un humano,
las alimañas más retorcidas sobre la Tierra.
No quiero ser feliz con el permiso de la gente,
prefiero escabullirme en silencio,
como una serpiente,
o inmolarme abrazado al momento
ensordeciendo con un pitido agudo y eterno
el ruido de las excavadoras.