Con el paso de los años la tierra tira
con más y más fuerza
de los cuerpos hacia dentro,
cada vez pesan más las piedras
que no arrojamos al río
y el mismo lodo que nos devora
nos vuelve a vomitar
una y otra vez.
Hay que extinguirse antes de vivir.
Cada amanecer un nuevo parto
el cordón umbilical enrollado alrededor del cuello
amordazada la yugular, no así el espíritu,
como esa gente que camina como un disparo
calle abajo entre personas y coches
sin jamás mirar atrás.
Todos los gatos son bellos
como los pelos que no se pueden peinar.
Nadie recordará el momento
que no provocó un incendio
ni el grito de dolor ahogado en la almohada
para que no te oiga nadie,
nadie más que tú.
Y ahí, en esa sepultura viscoelástica
que siempre guardará tu olor
te abres a cuchillo del cuello al ombligo
y extraes con cuidado de manos de rata
tus entrañas y vísceras, tus órganos,
meciéndolos aun calientes entre tus piernas
limpiándolos para colocarlos de nuevo
y sellar tu cuerpo con una sola palabra
Respeto.
Aprendiste la forma de arrancarte los huesos
y a relacionarte con delicadeza,
ahora bailarás desencadenadx el viaje nocturno
de las hienas que se lamen las córneas.
Una explosión de eternidad.