sábado, 11 de junio de 2011

Cobardes

Les veo todos los días cruzando las calles
de espaldas al tráfico
caminando lentamente
llevan treinta años haciendolo así
esperando a que llegue su día de suerte
a que llegue la muerte conduciendo
un todoterreno negligente.

Están ahí
ahí mismo
desafiando las pocas reglas que recuerdan
para acortar esta vida
que ya no les apetece, no.
Están ahí
en las colas de los supermercados
de urgencias
de tráfico o hacienda
da igual
sólo quieren molestar y perturbar
encontrar en alguna persona su herida
y extraer de ella el odio necesario
para que decida terminar con él
con su situación de espera y humillación.

Pasan los años
(porque no saben hacer otra cosa)
(porque para eso inventamos un sistema de medición del tiempo)
y son cada vez más viejos, más lentos, más torpes
los temblores son ya sacudidas espasmódicas
los despistes son caminos insondables
sin retorno.
Ya no hay vuelta atrás
ya no tienen el vigor para enfrentarse a nadie
la capacidad para comprar algún tipo de arma;
de todas formas no tendrían fuerzas para empuñarla.

Sólo les queda la espera
arrastrar los días narcotizados
que llegue la puta muerte de una vez
y haga su trabajo
porque eso es lo que se espera de ella
que haga su trabajo
que una noche de verano asalte sus camas
y en el silencio de la oscuridad
les empuje a donde sea
donde sea
pero que se los lleve ya.