Desde que era pequeño siempre supe
que algún día viviría debajo de un puente.
Me aseguraba de dejárselo claro
a todo aquel que conocía:
"Yo jamás saldría con alguien como yo,
además voy a acabar debajo de un puente".
Sin embargo cada vez que me echaban de casa
cada vez que me peleaba con nadies
acababa en alguna otra cama
debajo de unas sábanas limpias,
no debajo de un puente.
El puente pasó de ser un colchón tirado
a tener una biblioteca con libros marcados
para que nadie se olvidase de devolverlos,
pero supe que nadie me los traería de vuelta
porque nadie se los llevaría.
Me tiré de cabeza en cada charco
y me colé en cada zanja sin pensarlo.
De nada me ha servido porque
jamás salí herido.
Ahora sé donde está ese puente,
creo haberlo encontrado:
es un estado del arma
es un viaje sin retorno a Costa Rica
es una mujer rapada
o un momento
que se olvida.
Ahora que sigo siendo pequeño
ahora que sigo dibujando en las paredes
ahora que me siguen echando de las casas
ahora,
digo,
el puente soy yo.