Deja que tus dedos se congelen
desde dentro,
hasta que comiencen a arder.
Deja que tus pupilas se dilaten
con la noche,
mirada de alquitrán.
Deja que el sol te abrase
hasta que hierva la piel
y se te quemen los huesos.
Entiérrate en un desierto
con buitres,
sólo entonces
nos volveremos a ver.