La guerra de la V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. no será televisada. Ni siquiera será twitteada, ni retransmitida por Youtube ni tendrá un millón de fans en Facebook. Nuestra insurrección es inmanente y permanente, un complejo sistema inmunitario que se desarrolla en nuestras sombras, invisible, lejos de los focos y del ruido mediático. Nuestro único canal de comunicación son los partes de guerra, a través de los cuales traducimos nuestros ladridos al idioma Ñ llegando a más de 500 millones de seres humanos de todo el planeta tierra.
La V.O.L.I.A.N.I.H.I.L. lucha hasta la victoria o muerte. Seguramente sea muerte, pero no nos importa. A lo largo de nuestra corta historia hemos establecido contactos con miembros de las comunidades pigmeas, insurrectos de la K.I.N.D.E.R.G.A.R.T.E.N. y del parvulario y hasta con La Tigresa, antigua militante de ETA. En el día de hoy hemos firmado un pacto de sangre con el resto de animales no domesticados para ampliar nuestro campo de batalla: la cacería contra la crueldad ha comenzado.
Transcribimos su comunicado:
Hoy es el principio del fin de la tortura animal. Agradecemos a todos los humanos su lucha desinteresada por nuestros derechos, pero nosotros no queremos derechos: queremos venganza. Hemos decidido subvertir el orden del dolor y del poder, y no hay marcha atrás.
No queremos humanos tratados como perros, ni perros tratados como humanos. Cada especie tiene su propia forma de vivir y de comunicarse, de entender -o no- la vida, su vida. No queremos pájaros enjaulados por amantes de los pájaros, ni perros con bozal atados por sus amos, ni hámsters hipervitaminados corriendo dentro de una rueda, ni cerdos explotados en campos de concentración de Campofrío. Tampoco queremos que los seres humanos se hagan veganos, no, aunque entendemos que la existencia de la industria cárnica sea un buen motivo para serlo. Sólo queremos que cada cual, cada animal, cada especie, coma lo que necesite comer sin torturar. Que sólo se mate por necesidad. No vemos nada de malo en el hecho de matar a otro animal, es lo natural, es como funcionamos y gracias a ello existimos. Lo que rechazamos es que exista una especie en concreto que sistematice las muertes, que críe a otras especies encerradas y torturadas, que utilice el sufrimiento de otras especies para su diversión.
Insistimos: no queremos compasión, queremos venganza. Por eso a partir de hoy todos los animales no domesticados, de cualquier especie, iniciamos nuestro ajuste de cuentas, nuestra vendetta, contra todos aquellos que se han servido de otros para sus intereses económicos o su placer personal.
Vamos a colgar a los galgueros, a abrir en canal a los investigadores y practicantes de vivisecciones, a encerrar entre heces y cadáveres a los ganaderos, a torturar a los militares y policías, también. Queremos que sepan que a partir de ahora no habrá tortura sin consecuencia, que cada vez que alguien abuse de otro animal de su misma especie -como ocurre entre los humanos- o de otra distinta, ahí estaremos nosotros.
No es un aviso,
no es una recomendación,
ni siquiera es una petición:
es una amenaza.
¡Esto o nada!