Volianihil, de Fabi White |
Cuando aun era un chaval quería invadir Estados Unidos
con un ejército de quinquis y yonquis
mientras me esforzaba en la cama por concentrar
todos los miedos de toda la gente que no conocía
en mi interior.
Sólo conseguí tener pesadillas
y una derrota anticipada.
Más adelante
entre abogados y mudanzas
fui perdiendo libros y recuerdos y pensé
que sólo quedarían mis lienzos y un kalashnikov con balas de pelo de cerda;
sólo logré mutilar las noches de sueño y darme cuenta
que los miedos de los demás seguían confinados
como parásitos entre mis huesos.
Lejos quedan ya las noches de ser padre soltero
de vivir debajo de un puente
y esperar a que aprieten el gatillo por mi.
Yo soy el único que puede matarme
y ahora sé
y siempre supe
que soy lo suficientemente cobarde y valiente para hacerlo
cuando ya no sea necesario.