Ahora todo es de noche
pero no maúllan los gatos,
ya no llora ningún recién nacido,
el camión de la basura no pasará esta madrugada
y hasta los gritos de odio de sangre
parecen haber firmado una tregua.
Soy un hombre, hijo de todos los hombres,
mía es la boca que habla como las otras,
mío es el cuerpo y todos mis gestos
y no hay nada,
bajo el oscuro manto sin estrellas,
que pueda redimir mi naturaleza.
Las hienas se alejan en silencio
sin mirar atrás,
este cuerpo podrido no sirve
sino para enfermar.