Para piar debe haber quien escuche;
para ir, un lugar.
Sin embargo nada impide
el vuelo errático
sobre un imaginario radical.
Gloria a los intrépidos, a los osados,
a los que atraviesan el tiempo
cabalgando sobre su miedo
y se mondan la piel a mordiscos
por un instante de verdad.
Abajo se santigua el buen ladrón
haciendo sitio a la muerte.
No importa qué humano,
qué material, qué entidad;
si golpeas fuerte siempre encuentras
alguna veta que saquear.
Nadie será sublimado esta madrugada
pero el valiente huye feliz.
Canta el mirlo, la noche
vuelve a enmudecer.