La vía húmeda,
el único camino es el más largo,
sin atajos, por el bosque.
La belleza de los jardines es naturaleza sometida
recortada, ordenada, domesticada.
Recorrer los pasos de los fugados
donde se esconden los niños perdidos
-los niños no se pierden, huyen-
el lenguaje de las palabras que pellizcan,
que se pegan al riñón y se transforman
en baladas con sabor a sangre metálica.
Una hipótesis telúrica, ultraviolenta,
incognoscible,
errar hasta el horror pero de frente,
abierto en canal, las tripas fuera,
carroña en lo alto de la montaña
rodeado de buitres que han de llevarse
en sus garras volando los restos muertos
del cadáver que somos.