Según la consultora GFK en España se vendieron durante el año 2011 alrededor de 280.000 tabletas (e-readers) y 190.000 libros digitales (e-books). Los datos de los libros digitales vendidos son aproximativos ya que el estudio sólo se basa en la venta a través de librerías y tiendas especializadas de venta online, excluyendo del estudio las ventas a través de otros canales de venta más minoritarios como los blogs, la venta directa por email y los contenidos digitales jurídicos, que alcanzan el 80% de las ventas totales no incluidas en el informe, según indica su responsable,
David Pemán. Estima que en el año 2012 la venta de tabletas se incrementará más de un 30%, a la espera de saber qué ocurrirá con los precios de los dispositivos de lectura ya que actualmente son de los más caros de Europa: "175 euros de media en España frente a los 148 euros, 119 euros o 134 euros de Alemania, Francia o Reino Unido, respectivamente".
La gran mayoría de contenidos que se almacenan y leen en los dispositivos electrónicos son obras descargadas gratuitamente, lo que los partidarios de la Ley Sinde española (o la
ley SOPA en Estados Unidos) llaman "piratería", que no es otra cosa que la digitalización del antiguo concepto de compartir. Obviamente la forma de compartir a través -o gracias a- internet es masiva comparada con las limitaciones del intercambio tradicional de obras físicas, además de ser conceptualmente distinto: al prestar un libro físico el propietario comparte el objeto, mientras que los archivos digitales simplemente se copian y distribuyen, sin la pérdida de la obra por parte del que la presta y con la posibilidad de realizar tantas copias -descargas- como se quieran de un mismo archivo. Los grandes grupos editoriales presionan a los gobiernos para que legislen en contra de esta forma de compartir porque tienen miedo de que sus negocios no sean tan rentables como hasta ahora. Los autores, que hasta ahora recibían un porcentaje residual de cada obra vendida, no tanto. Exceptuando a
Lucía Etxebarria, claro, aunque lo de autora
tal vez le venga demasiado grande.
El mayor factor para no comprar obras digitales es, lógicamente, la facilidad de acceso a copias gratuitas. En el blog de
José Luis Amores "¡Gratis!, o la falacia de lo común" se detallan todas las formas de conseguirlas y la dinámica que se está creando en cierto tipo de usuarios y consumidores de literatura digital. Es cierto, el peligro de las tabletas podría ser que nadie quisiese pagar por una obra pudiendo tenerla gratis. Decía que los autores no temen, o no deberían, eso que llaman piratería porque este nuevo modelo de intercambio puede demostrar también que es posible abrir nuevas formas de promoción y difusión, además de un mayor margen de beneficios para los escritores en caso de aplicar una buena estrategia de difusión. El escritor
Neil Gaiman cuenta
en este vídeo que gracias a "la piratería" su obra se ha difundido y traducido en países donde no tenía distribución ni lectores, lo que ha generado un incremento espectacular de sus ventas en esas regiones y entre lectores que de otro modo no le hubiesen podido leer o conocer. Es decir que la "piratería" le ha servido para darse a conocer y a publicitar su obra. La "piratería" en vez de restarle lectores de pago lo que ha hecho es espolear su obra gracias a que muchos le han descubierto de forma gratuita y, una vez que han visto que les gustaba su forma de escribir, se han decidido a comprar. Es un cambio de paradigma en la forma que compartimos y leemos que la industria editorial tradicional no logra entender.
Existen cientos de ejemplos parecidos a este, como el de
Adam Mansbach, cuyo libro
infantil "Go to fuck sleep" se filtró y pirateó en formato pdf. antes de que se pusiese en venta en formato físico, lo que hizo que se diese a conocer entre miles de padres norteamericanos gracias a su lectura digital "ilegal". Resultado: superventas del libro físico. Esto no significa que la distribución ilegal de una copia de una obra signifique siempre mayores ventas, pero es un ejemplo de como los contenidos digitales descargados gratuitamente no implican necesariamente un descenso de ventas o el cierre de las editoriales tradicionales. Como dice
Hernán Botbol, de la web Taringa (incluida en la ley Sinde):
"la piratería se combate con nuevos modelos de negocio, no con leyes".
La editorial Anagrama va a publicar el nuevo libro de
Paul Auster "Diario de Invierno" y venderlo en versión digital antes que en formato físico. La idea sería buena si no fuese porque el precio de venta digital será de 10,99 euros frente a la versión en papel que costará 14,99. Y a eso lo llaman "precio promocional". Lógicamente a ese precio es más que evidente que poca gente lo comprará y preferirá piratearlo antes que gastarse tanto dinero. Las grandes editoriales se enquistan en este tipo de precios porque no sólo quieren mantener los márgenes de negocios de siempre, sino aumentarlos. Una edición digital es infinitamente menos costosa que una en papel, y aun así pretenden venderla a un precio parecido. Mal, muy mal.
La irrupción del portal Amazon está trastocando los precios a la baja y obligando, o debería, a adaptarse a esos precios de mercado a las editoriales. Sin embargo parece que las empresas editoriales se niegan a replegarse o a ceder, manteniéndose en unos precios que les llevarán a la ruina por falta de ventas.
Un buen ejemplo de precio de venta es el portal
Sigueleyendo.es con la colección
"Bichos", editando y vendiendo cuentos breves a 1 euro. Dudo mucho que alguien quiera descargarse o piratear una obra corta que cueste uno o dos euros, o una novela de tres o cuatro euros. Son las editoriales las que deben adaptarse al nuevo mercado, y no al revés. Las leyes restrictivas, en un mundo como internet, no sirven para nada, su alcance es muy corto. El proyecto de
DOPAMINA e-diciones nace precisamente para ofrecer un modelo justo de edición y venta, donde los autores obtengan un margen de beneficios superior al que tienen con la industrial tradicional a la vez que el consumidor adquiere libros a buen precio. Precios que hagan innecesaria la piratería y que sirvan a su vez para poder seguir editando y distribuyendo obras digitales. La realidad demuestra que es posible, y es fundamental que los autores sigan teniendo no sólo motivos para escribir (la propia necesidad de crear) sino incentivos para publicar y una justa recompensa por su trabajo, como todo el mundo.
En el primer estudio sobre las características de la demanda de contenidos digitales en España, realizado por Iclaves, indican que el precio que están dispuestos a pagar los lectores por un libro digital oscila de media por debajo de los 10 euros. Supongo que esa cifra descenderá. Creo que, a día de hoy, un buen precio para todos (editores, autores y consumidores/lectores) por una novela rondaría los 5 euros, aproximadamente.
Aprovecho para dejar dos gráficos del estudio de Iclaves que pueden ser de interés para entender mejor qué está pasando: