martes, 8 de marzo de 2011

Recuerdos desordenados de un programa de viajes en Buenos Aires.

El hombre estaba orgulloso porque unos gallegos querían filmar su casa para un programa de televisión que sería retransmitido en la Madre Patria. Una casa embuchada en un suburbio bonaerense y una tripa encorsetada en una camisa blanca con restos de metales podridos. O algo parecido.

-¿Y esa litera rota? 
-Ayer mi hijo la rompió porque está loco y se droga todo el día. Este es el cuchillo que usa para robar, y esta es una botella de cocacola que contiene medicamentos. Cuando no tiene drogas se pone peor. Se pone muy loco.

En la pared ha escrito en rojo:
"No tenéis lo que necesito". 
O algo así.

El hombre saca una bolsa de plástico blanca como quién sujeta la mochila de Doraemon de su hijo. Pero en vez de cuadernos y rotuladores, en vez de estuches de bolígrafos mordidos y de notitas entre compañeros, va sacando pipas artesanales de aluminio y va mostrando con gestos convincentes y automáticos como las suele usar su hijo.

Sabe mucho el hombre. Dice que habitualmente su hijo:
  1. Sale de casa a las 11 para beber y tomar medicamentos y pegamentos
  2. Vuelve jodiendo a eso de las 3 y media y se acuesta una hora
  3. Se vuelve a levantar y se va a la calle a fumar pasta base
También enseña otra botella de plástico de 2 litros donde su hijo disuelve más medicamentos. Luego hace una pequeña demostración práctica de como se coloca su hijo en los momentos de apuro: coge un spray matamosquitos y se lo rocía en la manga izquierda de su camisa blanca pero sucia, y con un gesto convincente hace el ademán de llevársela a la nariz y esnifarla. Continúa con la exposición de cachibaches de su hijo, que está muy loco y se droga mucho, repite.

-Siento mucha vergüenza porque vienen a mi casa diciéndome que mi hijo les ha robado.
Y parece que llora, pero juraría que no lo hace. 

La reportera gallega de voz insoportable señala la puerta de su casa.
-Sí, son disparos de los que venden droga a mi hijo. Les debe mucho dinero (supongo que dijo plata) y todos quieren matarlo, todos. Todos los días vienen a matarlo. Disparan a la puerta, para matarlo.

La reportera gallega [de voz insoportable] hace una pausa de esas que tanto gustan, una pausa televisiva, cinematográfica, de contención y aliento que precede a una gran reflexión tras una pregunta tópica:

-¿Y como aguanta todo esto, caballero?
-Pues mire, señorita, tengo este palo largo, grueso, tallado y afilado para cuando vuelvan a atacarnos.