martes, 29 de marzo de 2011

Lo admito


Admito
que admiro
(en una forma que no sabría explicar)
el empeño
obsesivo
de los fanáticos violentos
que concentran y centran
sus horas, sus días, sus vidas
en pequeñas
grandes
únicas
batallas sin -aparente- sentido.

Admito
que envidio
(y no me da miedo pensar)
la rutina exaltada
del atracador minucioso
ordenado
que concibe objetivos
tangibles
materiales
que tiene un método
de resultados esterilizados
pulcros
y que se acuesta a las diez.

Admito
que observo
(con cierta tranquilidad)
a los chatarreros
con carritos de la compra
puntuales
a los músicos de la calle
de tiempos sistematizados
a los buscavidas profesionales
que desayunan todos los días
zumo de naranja y tostadas con mermelada.

Admito
(y pienso)
que cualquier historia que se pueda contar
ya está escrita en los antecedentes penales
de la gente con la que comparto
trenes, semáforos
o enfermedades.

domingo, 27 de marzo de 2011

El mono y el galgo dominical

-¿Tienes 5 euros para quitarme el mono?

Es el primero que es directo conmigo. Normalmente me piden algún euro porque se les ha perdido el bonobus, o algunos céntimos porque tienen una entrevista de trabajo y se han dejado la cartera en casa, o algo así.

-Acabo de hacer la compra, llevaba lo justo para comprar el pan y esta cocacola, no tengo nada.
-Es que estoy con el mono y en el centro no me dan una mierda...

Tiene los dientes de barro enmohecido, entre ellos alguna hierba, como si hubiese mordido el suelo de algún solar abandonado, como si hubiese masticado tierra por culpa del mono. De hecho tiene dientes de mono hambriento con restos del día anterior.

-No tengo nada más, de verdad... ¿Eres del centro de ahí detrás?- señalo con el dedo de la mano con la que sujeto la correa de Fu en la dirección de un centro de desintoxicación que está a dos calles.

Centro de Atención Integral a Drogodependientes (CAID)
Dispositivo de acogida directa, con carácter ambulatorio, donde pueden acudir todos los drogodependientes, con el único requisito de residir dentro del área de influencia del Centro - Reinserción social - Diagnóstico Bio-psico-social - Adjudicación a programa, desintoxicación, rehabilitación, reinserción. Horario: de lunes a viernes de 9 a 21 horas. Sábados de 10 a 14 horas.
 
[Ahora me doy cuenta de que los domingos el centro está cerrado, precisamente, el día siguiente al jueves-viernes-sábado: mal. A la izquierda, un templo ocupado por varias familias gitanorumanas que se dedican a la chatarra]

El hombre ya no me mira a mí, pero no ha cambiado la mirada de damealgoporfavor escurriéndose por dentro, inclinado hacia delante, como suspendido por hilos apenas imperceptibles.

-Es un galgo... ¿verdad?
-Sí, es un buenazo... Es un poco miedoso.
-A estos los ahorcan y les hacen mogollón de putadas. Yo soy de un pueblo de Toledo y de pequeño veía muchos- mira al cielo que ya está despejado y parece que se le ilumina la cara.
-Es adoptado, seguramente era de algún cazador que debió abandonarlo porque no servía para cazar.
-Es lo que hacen los muy cabrones... Joder mira que ojos, ven aquí, mira guapo...

Extiende sus manos de muerto y Fu retrocede como casi siempre.

-Normal joder... si es que somos una puta mierda que no... no...

Y se va calle abajo farfullando, cabreado, hablando de galgos y no de monos.

sábado, 26 de marzo de 2011

Sobre los poemas de amor

Y qué culpa tienen los corintios
de que San Pablo se pusiese
afectado y didáctico con el amor,
de que todos los damnificados
por las humedades de otros
insistiesen:
"el amor es..."

Y qué culpa tienen los otros
para que castiguen sus días
y sus noches
con una sobredosis superferolítica
de versos pegajosos.

Y qué culpa tenemos nosotros
si nos sofocamos al leer poemas de amor,
si nos ponemos violentos con las hadas centelleantes,
las lunas radiantes y los unicornios alados.

No lloréis por el vendeflores degollado,
por el cantautor
o por el amante nocturno
apedreado bajo el balcón.

El infierno es un poeta enamorado.

jueves, 24 de marzo de 2011

He leído y se ha comido MAPACHE 001

Bajo con Fu a dar un paseo y miro en mi buzón: las últimas ofertas de los supermercados Coviran, un tríptico marrón de un telechino, un panfleto blanco de otro telechino y un sobre -blanco también- para un tal Diego Morales de Úbeda, sin remitente. 

-Fu, tú que eres perro, ¿conoces a alguien de Úbeda?
-Mearcagarcorrermear...
-Yo tampoco. Es decir, yo también quieromearquiero(...), pero tampoco conozco a nadie de Úbeda. 
-Guau
-Vale

No es la primera vez que se confunden con mi apellido "de Urioste", pero nunca lo habían cambiado por otro pueblo que está a la otra punta de la península ibérica (cada vez que escribo ibérica me entra hambre). Poco importa. Está escrito con buena letra, que ya es algo. Mi caligrafía es la de un médico árabe y ebrio, así que tampoco tengo el listón muy alto. No pretendo ser gracioso, aviso.

Se trata del primer número de El Mapache (MAPACHE 001). Si queréis saber exactamente que es El Mapache podeis leerlo en su presentación y dejar de leer esto. Si queréis leer lo que yo creo que es, aquí está: un fanzine cutre y feo que no vale ni el sobre ni el sello con los que se envía. Por eso me gusta.

El primer número es una guía para sobrevivir a una radiación nuclear. Es el que tengo entre mis manos. Tenía, porque Fu se lo ha agenciado y ya no queda vivo ni Julio Iglesias. Veo que el número dos sale estos días, yo siempre voy con retraso pero no me importa. Yo también tengo un gran plan de autodestrucción, aunque también me seduce la idea de caer en manos enemigas. Ya veré.

Quiero todos los números y soy pobre. Y los quiero a nombre del tal de Úbeda, por si acaso. Siempre me han mirado mal en el barrio. Miento, nunca me miran a mi: miran a Fu, pero Fu me mira a mi. Tiene papeles entre los dientes porque es un devorador de libros, como mal-herido pero en delgado.

Sucede

Sucede
que mi corazón se pasa de vueltas
se agarrota la turbomáquina
de humo negro y alquitrán,
y mis ojos turbios se nublan
se disparan de sus cuencas
y ya no sé adonde van.

Sucede
que todo el cuerpo queda preso
de mi otro cuerpo
que las costillas hincan hacia dentro
que los órganos se hinchan, amarillos,
y mis dientes violentos golpean
contra el suelo sus espadas
creando artificios de chispas y destellos
sin que yo lo pueda controlar.

Sucede
que ya no llega sangre a mis manos
que ya no llega sangre a ninguna parte,
sangre escondida
perdida
huida.

Y
su
ce
de
que intento escapar de mi carcasa
termodinámica y radioactiva
aislada con poliuretano,
y no puedo.

Sucede
y
yo
no
puedo.

lunes, 21 de marzo de 2011

¿El día de la poesía? El lío con la poesía (Charles Simic)

Los días mundiales de cualquier cosa me parecen una gilipollez. Un ejemplo de como procesamos en el postmodernismo cualquier causa o idea: de forma superficial, fugaz y efímera. Poco importa que sea el día mundial contra el maltrato, el día mundial contra el cáncer, el día mundial contra de la poesía o el día de los lectores perdidos de El Mundo Today. Da igual que se lleve un lazo rosa, amarillo, azul o llevemos una flor en la solapa (como en una tópica cita a ciegas): ninguna cuestión que merezca la pena se merece solo un día, por muy mundial que sea. En todo caso lo justo sería una vida dedicada, una guerra popular o una quema pública, depende del caso. Es decir hechos profundos, radicales y reales, alejados de las pantomimas creadas en laboratorios de vending, marketing y factorías de ciudadanos autocomplacientes.

Pero aprovechando que la poesía pasa por Valladolid -es un decir-, difundo el texto "El lío de la poesía" de Charles Simic, publicado en la Revista Trimenstral de Michigan 36, nº 3, en el invierno de 1997 y traducido por Óscar Pinto Siabatto. Recogido en Cámara de Niebla.

El lío de la poesía
Lo único para lo que siempre ha sido buena la poesía es para hacer que los niños odien la escuela y brinquen de alegría el día que no tengan que ver más otro poema. Todo el mundo entero coincide en ello. Nadie en su juicio, jamás, lee poesía. Incluso entre los teóricos literarios de hoy día está de moda señalar como inaccesible toda la literatura, especialmente la poesía. Que algunas personas todavía continúen escribiéndola es una rareza que pertenece a alguna columna “Créalo o No” del periódico.

Cuando los poetas encomiaron a los dioses y a los héroes tribales y glorificaron su sabiduría para la guerra, fueron tolerados, pero con la aparición de la poesía lírica y la obsesión del poeta con el ego, todo cambió. ¿Quién quiere oír acerca de la vida de seres insignificantes, mientras los grandes imperios se erigen y caen? Todas esas fruslerías sobre estar enamorado, besuquearse y experimentar detenidamente la alborada del día mientras canta el gallo, es de lo más risible. Maestros, clérigos y otros policías de la virtud siempre han sido cómplices de los filósofos. Ningún modelo ideal de sociedad, desde Platón, ha aceptado a los poetas líricos, y por abundancia de buenas razones. Los poetas líricos están siempre corrompiendo a los jóvenes, haciéndolos ahogarse en autocompasiones y condescender en embelesamiento. El sexo sucio y la falta de respeto por la autoridad es lo que los poetas han susurrado en los oídos de los jóvenes por siglos.

“Si él escribe versos, échalo a patadas”, se le aconsejó a un novel padre hace dos mil años en Roma. Y eso no ha cambiado mucho. Los padres de familia todavía prefieren que sus niños sean taxidermistas y recaudadores de impuestos en vez de poetas. ¿Quién puede reprocharles? ¿Preferiría usted que su única hija sea poeta o mesera de un club nocturno? Esa es una dura elección.

Incluso los verdaderos poetas han detestado la poesía. “Hay muchas cosas tras este engaño”, dijo Marianne Moore. Y ella tenía su punto de vista. Algunas de las cosas más estúpidas que los seres humanos han proferido se hallan en la poesía. La poesía, como regla, ha avergonzado tanto a individuos como a naciones.
La poesía está muerta, han gritado felizmente por siglos los enemigos de la poesía y aún lo hacen. Nuestros poetas clásicos, nuestros profesores en boga nos lo han dicho —en tanto que ellos no son más que un manojo de propagandistas de las clases gobernantes y de la opresión masculina—. Las ideas una vez promulgadas por los carceleros y asesinos de los poetas en la Unión Soviética son ahora un gran éxito en las universidades americanas. El esteticismo, el humor, el erotismo y todas las otras manifestaciones de la imaginación libre son sospechosas y deben ser censuradas. La poesía, esa tonta diversión de lo políticamente incorrecto, ha dejado de existir para nuestras clases educadas. No obstante, a pesar de ellos, la poesía se sigue escribiendo.

El mundo parece siempre premiar la conformidad. Cada época tiene su límite oficial sobre lo que es real, lo que es bueno y lo que es malo. El ideal es un plato hecho de deshonestidad, ignorancia y cobardía servido cada noche con un aspecto serio y un aire de la más alta integridad por los noticieros de televisión. La literatura también está preparada para unirse a ello. Su tribu está tratando siempre de reformarte y de enseñarte sus modales. El poeta es ese niño que, de pie en la esquina, con la espalda vuelta a sus compañeros, piensa que está en el paraíso.

Como si eso no bastase, los poetas, todos lo sabemos, son mentirosos de campeonato. “Llegas a mentir para mantenerte medianamente interesado en ti mismo”, dijo el novelista Barry Hannah. Ello es especialmente cierto para los escritores de versos. Cada uno de ellos cree que impostándose a sí mismo dice la verdad. Si no podemos ver el mundo tal como es en realidad, se debe a las capas de metáforas muertas que los poetas han dejado en todas partes. La realidad es sólo un viejo y descascarado cartel de la poesía.

Los filósofos dicen que los poetas se engañan a sí mismos cuando moran amorosamente en los detalles. La identificación de lo que permanece intocable por el cambio ha sido la tarea del filósofo. La poesía y la novela, al contrario, han sido recreadas con lo efímero —el olor del pan, por ejemplo—. Por lo que a los poetas concierne, sólo los tontos son seducidos por las generalizaciones.

Cielo y tierra, naturaleza e historia, dioses y demonios están todos escandalosamente reconciliados en la poesía. Por analogía se dice que cada cosa es todo, todo es cada cosa. Por consiguiente, los mejores poemas religiosos están cargados de erotismo. Subjetivamente, los poetas pretenden también trascender ellos mismos a través de la práctica de hallar su identidad en las cosas lejanas y apartadas. En un buen poema, el poeta que lo escribió desaparece para que el poeta-lector pueda llegar a existir. El “yo” de un total extraño, un chino antiguo, por ejemplo, nos habla desde el lugar más confidencial dentro de nosotros mismos, y nos deleitamos.

El verdadero poeta se especializa en un género de alcoba y metafísica de la cocina. Soy el místico de la cacerola y mi amor son los rosados dedos del pie. Como cualquier otro arte, la poesía depende del matiz. Hay muchas maneras de tocar el encordado de una guitarra, de besarse y morderse algún dedo del pie. Los músicos de Blues saben que unas pocas notas debidamente tañidas tocan el alma, y así lo hacen los poetas líricos. La idea es que es posible hacer platos asombrosamente sabrosos con los ingredientes más simples. ¿Fue Charles Olson quien dijo que el mito es una cama en la cual los seres humanos hacen el amor a los dioses? Mientras los seres humanos se enamoren y compongan cartas de amor, los poemas tendrán una razón de ser.

La mayoría de los poemas son bastante cortos. Lleva más tiempo estornudar naturalmente que leer un haikú. Sin embargo, algunos de estos “pequeños” poemas han acertado a decir más acerca de la condición humana, en unas pocas palabras, que siglos de otros géneros de escritura. Los poemas cortos y ocasionales han sobrevivido por miles de años desde la épica y sólo lo tocante a todas las cosas ha crecido ilegible. El misterio supremo de la poesía es la forma en que tales poemas lanzan un hechizo sobre el lector. El poema es absolutamente entendible después de una lectura, y casi inmediatamente uno quiere releerlo de nuevo. La poesía es, en conjunto, repetición que nunca llega a ser monótona. “¡Más!”, gritarían en coro mis hijos soñolientos después de terminar de leerles algún cuento para niños. Para ellos, como para todos los amantes de la poesía, hay sólo más, y nunca bastante.

Es la calidad paradójica de la poesía la que precisamente le da su sabor. La Paradoja es su condimento secreto. Sin sus numerosas contradicciones y su impertinencia, la poesía sería tan blanda como un sermón del domingo o el discurso de un presidente. Se debe a sus muchas y deliciosas paradojas que la poesía haya derrotado y sobrevivido continuamente a sus críticos más duros. Cualquier intento de reformar la poesía, de hacerla didáctica y moral, o aún de restringirla dentro de alguna “escuela” literaria, es entender mal su naturaleza. La buena poesía nunca se ha desviado de su propósito de ser una fuente inagotable de paradojas acerca del arte y la condición humana.

Sólo un estilo que es un carnaval de estilos devela la irreverencia que me parece apropiada para la poesía hoy. Una poesía, para abreviar, que tiene la recepción de un cable de televisor con más de trescientos canales, más hechos extraordinarios que ficciones, falsos milagros y supersticiones en escaparates del supermercado. Un poema que es como un espectáculo de Elvis Presley en Marte, la mujer con tres tetas, el cuadro de un perro que se comió la mejor obra de Shakespeare, la noticia de que el infierno está atestado y de que ahora en el cielo se están estableciendo los pecadores más perversos.

Aquí, por ejemplo, viene un compañero sin casa ni hogar cuya cabeza calva perteneció una vez a Julio Cesar. ¿No te vi vociferando en un stip-tease, ayer, en el Times Square, le pregunto? Cabecea felizmente. Mi siguiente pregunta es: ¿Aníbal cruzará de nuevo Los Alpes con sus elefantes? “Observa afuera a la querida poeta”, es su respuesta. “Si llega a girar con su carro lleno de compras, de libros viejos y ropa usada, alístate para oír un poema.”

Eso me recuerda que mi bisabuelo, el herrero Philip Simic, murió a la edad de noventa y seis en 1938, el año de mi nacimiento, después de regresar tarde a casa, una noche de taberna en compañía de unos gitanos. Pensó que lo ayudarían a dormirse, pero murió en su propia cama con los músicos tocando sus canciones favoritas. Eso explica por qué mi padre cantaba canciones de gitanos y por qué yo escribo poemas, porque como mi abuelo, yo no puedo dormir en las noches.
Charles Simic

sábado, 19 de marzo de 2011

La Retaguardia

Esperan agazapados
entre platos sucios,
asientos contables
o entre otros parados,
Aspiran al momento idóneo
al instante preciso
para asaltar y profanar
para violar y saquear.

Aguardan
con cuchillos entre los dientes
con palos, piedras, martillos,
palabras y gritos.
Armados sin uniformes,
sin guías
ni coroneles.

En sus ojos la ira,
el desprecio,
la arrogancia
que liquidarán este viejo nuevo mundo.

Mientras
el paro, las guerras,
los recortes y las burlas
de los de arriba.
Abajo, debajo,
esperan
esperan
y esperan.

Y no llega
el momento
y no ven
la ocasión
y no surge
el instante
y no corre
la sangre.

Y esperan
esperan
y esperan.

viernes, 18 de marzo de 2011

Paradoja Suicidio

Si usted necesita
una razón seria,
si se quiere evitar
el riesgo de suicidio
puede beber.

Paradójico resultado de la experimentación con las Herramientas en línea para una poemática aleatoria que propone Monogatari. A partir de la frase:

Para considerarse suicidio, la muerte debe ser un elemento carnal y el motivo del acto, y no solo una consecuencia casi ineludible.

De la entrada "Suicidio" de Wikipedia.

jueves, 17 de marzo de 2011

Así que el progreso era esto

Gobernados por los de siempre
en nombre de Dios
la Nación
la Ciudadanía,
da igual.
Por los de siempre.

Pagamos tributos
impuestos
peajes,
da igual.
A los de siempre.

Creemos en santos,
mercados,
derechos,
da igual.
Lo de siempre.

Seguimos siendo pobres,
lacayos,
siervos,
proletarios,
asalariados.
Siempre.

-Todo será igual pese a que todo habrá cambiado

Nos encenderemos,
trataremos de reformar,
progresar,
evolucionar
y, ciegos de banderas,
intercambiaremos colores y palabras,
canjearemos estatuas, leyes y libros texto.
[memoria colectiva]

-Tiroteos inocuos

Viejos reyes, nuevos líderes,
capas regias, trajes caros
[más que nunca / como siempre]
Todo su peso sobre los mismos
pobres ignorantes estúpidos y cobardes.
Nosotros.
Siempre Nosotros.

domingo, 13 de marzo de 2011

Nocturna

Ahí se asoma una tragedia
en la calma tensa oscura.
Allí se confunde el maullido
con el llanto solitario de un niño.
Con los tacones retumba el asfalto
como si el suelo estuviese mojado,
mientras beben por beber dos hombres
porque ya no saben hacer otra cosa.
El solitario pasea a su perro
eludiendo las bandas de marujas diurnas.
Cuando el día se esquiva los charcos parecen navajas
donde despuntan los gatos callejeros
embriagados, con las patas llenas de pescado.
Aquí no iluminan ni la luna ni las estrellas
sino las farolas tristes de luz pajiza.
Pasa el camión, chirrían los frenos,
rebotan los contenedores.
Olvidé bajar la basura
olvidé tirar los restos
olvidé preparar la cena
olvidé sacar al perro.
MIERDA

Proyecto-blog "Ghettuán"

Ghettuán

Esta vez no publico ninguna ¿poesía? ni nada parecido, escribo para "promocionar" un blog que acabo de crear: Ghettuan.blogspot.com

La idea es ir subiendo fotografías del barrio distrito de Tetuán (Madrid). Para quien no lo conozca es una zona/barrio/distrito/pueblo/mundo muy peculiar, donde se mezcla la herencia de un barrio obrero de inmigración rural con la nueva inmigración asiático-eslavo-caribeña. De fondo la gentrificación que está desdibujando su paisaje urbano y humano, transformando las caóticas calles tetuaneras de casas bajas y calles de paseo y charla en un barrio sin personalidad de construcciones "sin alma". No se trata de una rémora romántica refractaria al cambio per se, sino de conservar la identidad del lugar, desbordante de magia periférico-rural (¡Ea!), donde aun se pueden encontrar conversaciones a pie de calle entre taburetes, donde las tiendas aun "fían" y donde los vecinos, pese a ser de lugares tan dispares, siguen tratándose como personas (para bien o para mal, no es cuestión de idealizarlo gratuitamente).

Las fotografías no tratan de hacer ningún tipo de crítica social ni nada parecido. Simplemente son disparos visuales de un mundo dentro de otro mundo, Tetuán en Madrid, que tarde o temprano desaparecerá. Tampoco pretendo que sea el testimonio gráfico de una anticivilización a punto de extinguirse, sino una ventana [lugar común] curiosa a un entorno estimulante en el que vivo desde hace algunos años.

Para terminar -y no aburriros más- os dejo una ¿poesía? que escribí intitulada " Tetuán Es", pero enlazo con el blog del colectivo Tetuán Barrio Libre para darles un poco de publicidad, que nunca viene mal y ellos se lo han ganado.

Ghetto + Tetuán = Ghettuán
Así de fácil.

jueves, 10 de marzo de 2011

Yo

Yo
tiré una colilla y me meé
un 10 de mayo en Bebelplatz,
y violé
colaboracionistas en la Francia liberada
en el cuarenta y cuatro.
Asusté
a curas y meapilas cocinando
sesos y entrañas en Zurragamurdi
y encontré
la isla de San Boronbón saqueada
y me comí
cristianos piadosos en el circo romano.
Porque sacrifiqué
a mis hijos en Numancia
y avisé
que venía el lobo
y no vino.
Trafiqué
con órganos robados a drogados
y escribí
en un espejo con su sangre
"tonto el que lo lea"
y gaseé
a 6 millones de judíos
tras comer
fabada deconstruida en El Bullí
y me marché
sin pagar
empujando a una anciana
en la cola de alimentos
de Unicef
y me alisté
como mercenario
en la República Democrática del Congo
y voté
a Obama para que invadiese Irán.
Vomité
en el recuerdo bucólico
de un poeta afectado
porque salté
el muro de Berlín hacia el Este
y me compré
un Tata con el que atropellé
las libertades civiles
de los ciudadanos de tercera
porque yo
soy el peor hombre que existe
y por eso
escribo poesía sin métrica
ni rima
¡¿Y ahora qué?! ¡¿Eh?!

miércoles, 9 de marzo de 2011

Por los caminos del dolor

Venimos entre sangre,
gemidos y desgarros
ahogados, exhaustos
y confunsos.
Aprendemos a llorar
para reclamar la atención a las sombras borrosas
y volvemos a llorar
por los dientes
por las piernas
que salen, que crecen
entre tirones y fracturas.
Sentimos el vacío inexplicable
por las ausencias
por las presencias.
Seguimos creciendo, seguimos llorando
llora el cielo en nuestro primer invierno
llora el brazo torcido, el ojo morado
llora la nariz
sangre y agua salada.
Y aprendemos
de las costras que nos quitamos
de las heridas que nos engrandecen
de las lágrimas que nos enpequeñecen
de nuevo.
Lloran los padres, las madres,
lloran los amigos y las noches sin lluvia
lloramos alcohol, todas las noches.
Y nos secamos las lágrimas,
y las manchas de sangre
y los fluidos de otros
también.
Y nos duelen los años vividos
y los perdidos,
nos duelen los días ausentes
intensos, erráticos.
Dolor en las letras, en las cartas
en el trabajo, en las colas
y en las camas.
Y cuando ya hemos sufrido suficiente
cuando dejamos de llorar
nos olvidamos
de quienes somos
nos olvidamos
de lo que fuimos
y volvemos a transigir
de nuevo, y convivimos
con el dolor de un camino
que ya se acaba
se desdibuja
en un inmenso lago
de colores apagados
y nos vamos,
lejos,
porque dejamos de llorar
para que otros nos lloren.

martes, 8 de marzo de 2011

Recuerdos desordenados de un programa de viajes en Buenos Aires.

El hombre estaba orgulloso porque unos gallegos querían filmar su casa para un programa de televisión que sería retransmitido en la Madre Patria. Una casa embuchada en un suburbio bonaerense y una tripa encorsetada en una camisa blanca con restos de metales podridos. O algo parecido.

-¿Y esa litera rota? 
-Ayer mi hijo la rompió porque está loco y se droga todo el día. Este es el cuchillo que usa para robar, y esta es una botella de cocacola que contiene medicamentos. Cuando no tiene drogas se pone peor. Se pone muy loco.

En la pared ha escrito en rojo:
"No tenéis lo que necesito". 
O algo así.

El hombre saca una bolsa de plástico blanca como quién sujeta la mochila de Doraemon de su hijo. Pero en vez de cuadernos y rotuladores, en vez de estuches de bolígrafos mordidos y de notitas entre compañeros, va sacando pipas artesanales de aluminio y va mostrando con gestos convincentes y automáticos como las suele usar su hijo.

Sabe mucho el hombre. Dice que habitualmente su hijo:
  1. Sale de casa a las 11 para beber y tomar medicamentos y pegamentos
  2. Vuelve jodiendo a eso de las 3 y media y se acuesta una hora
  3. Se vuelve a levantar y se va a la calle a fumar pasta base
También enseña otra botella de plástico de 2 litros donde su hijo disuelve más medicamentos. Luego hace una pequeña demostración práctica de como se coloca su hijo en los momentos de apuro: coge un spray matamosquitos y se lo rocía en la manga izquierda de su camisa blanca pero sucia, y con un gesto convincente hace el ademán de llevársela a la nariz y esnifarla. Continúa con la exposición de cachibaches de su hijo, que está muy loco y se droga mucho, repite.

-Siento mucha vergüenza porque vienen a mi casa diciéndome que mi hijo les ha robado.
Y parece que llora, pero juraría que no lo hace. 

La reportera gallega de voz insoportable señala la puerta de su casa.
-Sí, son disparos de los que venden droga a mi hijo. Les debe mucho dinero (supongo que dijo plata) y todos quieren matarlo, todos. Todos los días vienen a matarlo. Disparan a la puerta, para matarlo.

La reportera gallega [de voz insoportable] hace una pausa de esas que tanto gustan, una pausa televisiva, cinematográfica, de contención y aliento que precede a una gran reflexión tras una pregunta tópica:

-¿Y como aguanta todo esto, caballero?
-Pues mire, señorita, tengo este palo largo, grueso, tallado y afilado para cuando vuelvan a atacarnos.

lunes, 7 de marzo de 2011

Desnudo

Frente al espejo
las hebras de mi pelo se desprenden de la cabeza
mientras los dientes
temblorosos
desbocados
saltan y alcanzan el suelo.
La piel derrotada cae viscosa
como un traje agotado
y las manos deshuesadas tratan de recomponer
los restos de la cara
sujetando los ojos desorbitados.
Caen mis brazos y mis piernas
arrastrando la columna y la cadena
precipitadas
tras los músculos vencidos que salpican en el suelo
heces, sangre y lágrimas de las vísceras y tripas
que se amontan deshidratadas
donde estaban mis píes.

Pero el corazón se mantiene vibrante
humeante
escupiendo bilis y semen
rumiando y mordiendo su interior
suspendido
a un metro y pico de los desperdicios del suelo.

Nadie quiere verte desnudo
cuando eres un montón de muertos.

jueves, 3 de marzo de 2011

(1)

La hipoteca por pagar, la madre por llamar, la cena por organizar y la amante por cumplir. Aun no había puesto un pie en el suelo y ya debía demasiado al día. Cinco minutos más, cinco minutos más. Tardó un rato en despertarse del todo, pero su Blackberry insistía. Lo peor no era la alarma, sino el atasco de emails y mensajes cortos parpadeantes en la pantalla.

Esta vez no encendió la radio como solía hacer, ni preparó el café, ni la ropa. No encendió el portátil para leer superficialmente noticias que no le interesaban para poder luego comentarlas con sus compañeros en la oficina, no. La resaca inesperada le empujó a abrir la ventana, y pudo por fin respirar el aire puro de la ciudad contaminada.

Asomó la cabeza entre arcadas. Se quedó observando desde su séptima altura el parque de abajo. Entre los columpios y la zona canina unos yonkis se acumulaban en los bancos, fumando, bebiendo, tal vez pinchándose. Capitalizaban cada baldosa, cada papelera, de ese cementerio ajardinado diseñado para niños y perros sonrientes. Quiso sentir lástima, pero no pudo. Algo en su tripa subía y bajaba, además del alcohol; la puta envidia. Al menos ellos eran conscientes de que estaban enganchados a algo.

martes, 1 de marzo de 2011

Fu ya marca su territorio


Fue el único que no me reclamó
cuando me introduje en el vallado de su jaula
otros estaban histéricos, ansiosos
demandando mi atención.
Por eso le escogí a él.

Tal vez conocía demasiado bien
la clase de animal que eramos los humanos
tal vez sintió en su vértebra hundida
o en sus dientes rotos
el trato que dispensábamos los humanos.

Tal vez no,
seguro.

Yo me acababa de mudar a un barrio de abandono
de jubilados solitarios
de inmigrantes con
o sin papeles.
Yo descubrí un hogar aquí
y él uno en mí.

Tenía miedo a los hombres barbudos
pensé que le recordaban a su anterior dueño.
Tenía miedo a los hombres con bastón
a los hombres con prisa
a los hombres sin bastón
a los hombres sin barba
a los hombres sin prisa
también.

Tal vez no se equivocaba.
Tal vez no,
seguro.

Ha pasado un año de aquello
una vida entera, la suya y la mía.
Sigue con miedo,
menos, pero sigue.
Sigue teniendo razón.

Se ha ganado el respeto
de los niños cubanos de la calle
de los borrachos de la esquina
de los que recogen chatarra
de los yonkis del parque
y de otras personas corrientes
también.

Pero también tuvimos que luchar
cuando intentaron robármelo
también tuvimos que insultar
cuando intentaron comprármelo.

Él sabe que yo no soy un hombre
aunque lleve barba
y tenga prisa.
Jamás se me ocurriría ser un hombre
jamás quise serlo
lo supe cuando era pequeño
lo sé ahora que soy un perro
también, como él.

Hoy es el primer día
que ha marcado territorio
con varias ráfagas amarillas
en distintos árboles y esquinas.
Hoy es el primer día
que reclama
este territorio como suyo
aunque hace tiempo que ya era
que ya eramos
parte de esta tierra que el hombre
quiso cubrir
de cemento y alquitrán.