sábado, 5 de agosto de 2017

meyvə bağı

Las tardes tienen esa vieja luz de incendio tranquilo,
atesoran el secreto del quiebre de los días,
el principio del fin inclinado
hacia los guardianes de la inmensa
y sagrada oscuridad.

Las manos enmudecen las palabras
y tal vez por eso plantar
sea el único homenaje
cuando todo es tan absurdo
como el hostigamiento a los perros mil leches
cancerberos de nuestra ciudad.

Puede que esté equivocado como siempre
pero las experiencias desvelan verdades
que por tantas mediaciones
nos cuestan interpretar.

El huerto alumbra a quien sin relojes
se ocupa desentrañado
a esa venerable fatalidad,
y ya sólo de ese rito iniciático
de verbos de vida y muerte impronunciables
acepta su autoridad.

Mis tomates se han secado
no por falta de atención,
acariciaba sus hojas y los regaba a diario
como si fuesen hijos tontos.
Luego falté algunos días,
cuando yo me faltaba a mi también,
y tras mi ausencia vino su muerte
ahora sé que no los supe entender.

Riega los tomates
pero no demasiado,
déjales también pelear.
No subestimes a nadie ni a nada,
de la escasez nacen guerreras
o se sucumbe sin piedad.

Las malas hierbas sobreviven
pero yo no les veo maldad,
no confundo valores morales
con planes de productividad.
No hay amor sin respeto,
ni apoyo sin espacios donde fraguar
con tus manos tus armas,
gracias hermanas.
volverán a disparar.

Del odio prefiero ya no hablar.
Si te odiase debería matarte,
otro tema,
ahora prefiero cultivar.

martes, 1 de agosto de 2017

TERRA NVLLIVS

Voy a escribir psicótico
que estoy enfermo
que mi cuerpo se fragmenta
y sus lindes -ya no mías-
se desdibujan como niebla en campo
hacia la tempestad.

Tierra de nadie,
a veces me soy ajeno
como cola de gato girando
sobre sí mismo.
Gracioso, como la erección del condenado
tras ser colgado porque tú
aun tienes los pies sobre la tierra.

Me preguntan cómo estoy
y contesto como siempre "como siempre".
Pero no lo estoy, no en ese sentido,
tal vez nunca, honestamente.
Cada interpretación de la realidad
se convierte en otra verdad
y el cuerpo, esa cárcel,
practica conmigo la sumisión cobarde
del mata león.

Sentir y pensar
deberían compartir la misma palabra,
como amor y libre,
pero en este campo de batalla
las líneas están tan desencajadas
como las mandíbulas de los que despiertan
sobre almohadas de lunares de sangre.

A fuerza de desencontrarme apenas dudo,
conozco la forma de asesinarme.
Es bonita, por eso acaba mal.
Suicidarse implica voluntad,
triste y poderosa,
pero en este estado todo se rige
por el salvaje capricho de un animal herido
hambriento de muerte
y sin nada que esperar.

No estoy hecho para mí
aunque me gustaría ser mi amigo
porque eso significaría, ante todo,
estar siempre conmigo.