viernes, 31 de agosto de 2012

Hortelano Beroiz

Agustín Beroiz. (Fuente: Arantzadi Bizirik)
Las grandes revoluciones
sólo sirven para vender libros de historia,
material audiovisual de primera para documentales
emitidos en canales de pago y material de merchandasing
para futuras generaciones de chaveas enfermos de juventud.

Ni la administración
ni los abogaos
ni los técnicos
ni los contratos
ni lo estipulao
entienden de alubias y piparras
de pimientos y tomates,
de levantarse antes quel gallo
y comer de lo plantao.

Que la tierra es de todos
aunque esté a nombre de cuatro.
Nos da igual.
Pero dejad que las plantas crezcan y florezcan,
dejad quel huerto alimente a los hambrientos,
que estamos hartos de tragar plástico,
comida de escaparate bonita y reluciente
de grandes supermercaos frente a los cuales
se agolpa cada noche
cada vez más gente
buscando entre la basura
lo quel tinglao les ha negao.

lunes, 27 de agosto de 2012

Sur le pont d'Avignon

Todos tenemos historias que contar,
cicatrices que enseñamos con orgullo
o heridas aun abiertas
que tratamos de ocultar.

Todos tenemos un pasado,
un antecedente penal,
alguna deuda sin pagar
o sin cobrar.

Todos ocultamos alguna muesca,
un tachón o una errata,
algo
que siempre duele recordar.

Así que deja de lamentarte en voz alta.
Te tiras o no te tiras,
pero deja paso a los demás.

sábado, 25 de agosto de 2012

Ibérica y brutal

"Grande hazaña! Con Muertos!", de Los Desastres de la Guerra de Francisco de Goya

Traicioneros
rencorosos
siempre ofendidos.

Estamos hechos de partículas de odio
diluidas en la frágil memoria de nuestros abuelos
seniles
cobardes
mentirosos que no se atrevieron a contarnos
las historias de hambre y barbarie,
nuestro pasado de analfabetos acusicas y violentos,
de venganzas familiares y violaciones rituales.

"Aquello es pasado, hijo",
pero siguen señalándonos.
"Ahí van los salvajes", dicen mientras observan
a través de sus ojos dementes
correr a un grupo de niños.

Si no hubo tiempos mejores que este
pero estos tiempos son mucho más duros,
si no hay trabajo
ni casa
ni tiempo para el olvido,
habrá que romper con lo vivido e inventar algo divertido.

En otras circunstancias nos encantaría creer
en esas historias de inocencia virginal,
de amistades verdaderas para toda la vida,
de ganarse el pan con el sudor de la frente,
de crear una familia que esté siempre unida.

Pero ahora ya es tarde para nosotros,
somos el producto de todas vuestras mentiras,
vuestra derrota:
una generación de perdedores aburridos,
una nueva raza ibérica y brutal.

lunes, 20 de agosto de 2012

El Libro de la Crueldad, de Layla Martínez


Un gatito de Bengala en un bidé Roca sucio con tuberías oxidadas. El Libro de la Crueldad de Layla Martínez. Un gatito de Bengala que cojea desde hace tres días por tirarse desde un segundo piso por cuarta o quinta vez. Le llaman el gatito suicida; se equivocan. Sólo la temeridad -y no la valentía- nos permite conocer de qué pasta estamos hechos. Como cuando vas a recibir tu primer puñetazo y crees, durante esas centésimas de segundo que hay entre su puño y tu cara, que estás hecho de cristal y que te romperás en mil pedazos. Y al caer al suelo con la nariz reventada y sangrando como un cerdo te das cuenta  de que eres fuerte, que lo único que duele de verdad es no haberle golpeado tú antes.

El Libro de la Crueldad. Siempre que me dicen que la naturaleza es sabia pienso lo mismo: "si fuese tan sabia no habría dotado de inteligencia a una especie tan cruel, aburrida y fea como la nuestra". Ayer me contestaron algo sobre lo que ya había pensado hace tiempo pero que, como muchas cosas, había olvidado: somos crueles porque somos inteligentes. Cuando alguien llama "animal" a otro por un comportamiento cruel no le falta razón, es un comportamiento propio de animales humanos. El resto de los animales atacan para comer o para defenderse, rara vez son agresivos sin razón. Ni siquiera las hormigas argentinas, imperiales y expansivas, son capaces de crear tanto daño, muerte y dolor por tan poco (territorio, dinero, entretenimiento, orgullo, etc.). La crueldad es todo lo contrario al instinto animal, no obedece a ninguna necesidad de supervivencia. En el mundo animal la crueldad es una anomalía. En nuestro mundo -el de los humanos- es una constante y, en muchos casos, un instrumento cultural, político y civilizatorio.
"Ver sufrir produce bienestar; hacer sufrir, más bienestar todavía - ésta es una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, humano - demasiado humano, que, por lo demás, acaso suscribirían ya los monos; pues se cuenta que, en la invención de extrañas crueldades, anuncian ya en gran medida al hombre y, por así decirlo, lo "preludian". Sin crueldad no hay fiesta: así lo enseña la más antigua, la más larga historia del hombre - !y también en la pena hay muchos elementos festivos!"
Friedrich Nietzsche en La genealogía de la Moral.

Leo mucho, demasiado, de forma enfermiza. No es una cuestión eminentemente intelectual, yo no lo soy. Leo lo que sea, es una necesidad. Leo libros, leo artículos, leo las etiquetas del champú, del gel, de la leche, del café; cualquier cosa. El Libro de la Crueldad me lo leí del tirón: poesía, prosa, síndrome de Down, sectas y suicidios. 56 páginas prologadas por Juan Andrés García Román. Quién me conoce sabe que si algo no me gusta me levanto y me voy, sea quién sea el que esté delante. Es algo que me ha costado mucho aprender a hacer. Por eso sé que cuando digo y escribo que este libro me ha entusiasmado nadie puede decir que exagero o que no soy sincero, pese a que en esto de las letras se estile el amiguismo ciego o la camarilla felatoria. 

Hay mucha humanidad en esta obra. Sí, humanidad, porque sólo los humanos somos capaces de ser tan inhumanos. Por eso merece la pena leerla. Por eso y por la página 17.

jueves, 2 de agosto de 2012

Fanzine VACCINE

   

Lo que comúnmente se llama locura no es sólo un desorden mental sino también físico, biológico, integral. Todos los procesos químicos que suceden en el cerebro, todas las alteraciones de los neurotransmisores, las carencias y sobredosis de neurohormonas, las disfunciones del sistema nervioso, afectan a cada una de las partes del cuerpo. Dejas de dormir o duermes demasiado, dejas de comer o comes compulsivamente, te vuelves indolente o frenético, tranquilo o agresivo, vives o dejas de vivir. Una parte importante de los llamados locos elige suicidarse ante la incapacidad de afrontar todos estos cambios, limitaciones, excesos y pérdidas de control. A veces parece algo inevitable. Para otros saber que existe esa alternativa les lleva a todo lo contrario. Una vez asumido que uno puede matarse, que en caso de emergencia sería relativamente fácil, que es una opción viable; la carga de la propia vida se hace más liviana y en muchos casos la presencia mental de la posibilidad de tirarse de un puente, pegarse un tiro, inhalar helio, intoxicarse con fármacos, estrellarse con el coche, autoinmolarse, desgarrarse la yugular, colgarse de un árbol, electrocutarse en la bañera, cortarse las venas en vertical, ahogarse en el mar atado a una piedra, envenenarse, desentrañarse o hacerse un sepukku hace que la existencia parezca más habitable. La vida se vuelve entonces un peligro controlado que puedes desconectar en cualquier momento. 

Para los que eligen vivir existen distintos trabajos y actividades que permiten encauzar sus alteraciones y disfunciones en un campo práctico concreto. La limpieza para los obsesivos compulsivos, la escritura para los psicóticos, las matemáticas para los ansiosos, la pintura para los esquizofrénicos, la política para los psicópatas, las artes escénicas para los bipolares o el periodismo para los depresivos. Se pueden hacer todas las combinaciones que se deseen y para casos de varios trastornos el campo de acción se ensancha, es algo que deberían tener en cuenta las agencias de colocación. Lo cierto -si es que hay algo cierto más allá de la superioridad culinaria vasca- es que es en el campo artístico donde la mayoría de los locos pueden volcar aquello que les sucede en su interior. No es que tengan mayores dotes artísticas ni mayor sensibilidad que el resto, sino que es la mejor terapia para convivir con su locura, en vez de ir en contra de ella. Mi experiencia me dice que es mejor utilizarla que enfrentarse, tal como hace cualquier amante del mar con las olas y las corrientes.

Hace algunos meses, antes de mi pseudoencierro (principalmente para trabajar y escribir de tapado, os pido perdón por mis ausencias tanto físicas como cibernéticas), los perros y perras o las perras y perros del Colectivo La Jauría terminamos un fanzine, nuestro fanzine VACCINE. No sabría cómo describirlo ni cómo presentarlo. Podría empezar diciendo que varias imprentas y copisterías de Madrid se negaron a aceptar el pedido, pero aunque sea cierto sonaría demasiado malditista. Creo que una buena frase identificativa sería "cómo ver porno mientras recitas a Nietzsche", de Layla. De hecho ella me dijo que no era necesario que publicase nada sobre el fanzine porque se está vendiendo muy bien y habrá una fiesta en el mes de Octubre. Sin embargo quería difundirlo un poco más y de paso aprovechar para salir del ostracismo y pedir perdón -sin arrepentimiento- por mi confinamiento.

VACCINE se puede conseguir en la librería Traficantes de Sueños de Lavapiés, en Arrebato Libros de Malasaña, por email (colectivolajauria@gmail.com) o a través del Facebook del colectivo ( http://es-la.facebook.com/Colectivolajauria).