viernes, 18 de septiembre de 2015

Siete mil millones

Siempre quise ser huérfano
siempre pensé que terminaría viviendo debajo de un puente
en la cárcel
en el psiquiátrico,
haciéndome collares con mis dientes para regalárselos a las hienas
pero ahora, por mucho que las invoco a través del peligro
ya no oigo sus risas de centro de menores.
Siete mil millones de almas bostezando al mismo tiempo
siete mil millones esperando
esperando
esperando
esperando
esperando al mañana que nunca llega y al teléfono que ya no suena.
Viejos con dientes de leche
gordas hermosas golpeándose las carnes delante del espejo
almohadas con lunares rojos de tanto castigarse
niños jugándose las manos en el supermercado
madres endeudadas que ahogarían a sus hijos
para qué,
si la Máquina tiene siete mil millones de sucursales
y la vecina no conoce ni tu historia.
La soga que me ata a la vida la anudó un desconocido
y el caballo que me sostiene también quiere huir
desde que dije mi nombre en voz alta por primera vez.
Vida, llámame como quieras,
yo soy el que tengo que ser
y como Odiseo ningún hombre, nadie,
nadie me volverá a ver.