Tal como decía en la anterior entrada sobre la crítica anónima y a riesgo de parecer petulante al citarme a mi mismo: "no infravaloro ni rechazo ciertas críticas anónimas por el simplemente
hecho de serlo. Muchas críticas sin firmar son bastante certeras,
incluso algunas de ellas constructivas. Sin embargo en internet la
posibilidad de escribir anónimamente hace que un gran porcentaje (si
digo 99% sería casi verdad, pero como no dispongo de datos no quiero
inventarme porcentajes como hacen en los telediarios) haga uso de ese
derecho simplemente para molestar sin dar la cara, sin tener
responsabilidades ni cargar con las posibles represalias".
De ese 1% restante del cálculo imaginario de usuarios anónimos que critican con fundamento, como diría mi admirado Karlos Arguiñano (que ha publicado un libro por año desde 1992), me gustaría comentar tres blogs que considero bastante interesantes aunque no siempre constructivos (no tienen porqué serlo cuando el edificio está podrido y roído). Supongo que a estas alturas casi todo el mundo que visita este blog los conoce, pero también hay una minoría de despistados (amigos personales, aunque no conozco a nadie que tenga amigos impersonales o ajenos) a los que seguro les gustará descubrirlos.
El Colectivo Addison de Witt lleva desde el 2007 analizando y diseccionando los principales premios de poesía de España, la relación entre los premiados, los jurados, los representantes y las editoriales. Prácticamente todo el mundo sabe que los premios literarios en España son lo que son (lugar común y no por ello menos cierto), una maquinaria de promoción interna, conservadora y basada en el amiguismo que premia a los mejor relacionados que a la vez son normalmente los que aseguran mayor margen de beneficios para la editorial o fundación que los organiza. Nada nuevo. El Colectivo Addison de Witt desmenuza esas relaciones aportando nombres, datos y lugares de esas relaciones, documentando su crítica y aportando algo de luz sobre esa autoconstituida clase privilegiada de las letras, corrupta y cleptocrática (bastante subvencionada y financiada con dinero público, ese que pertenece a todos pese a la exministra Carmen Calvo: "el dinero público no es de nadie"), que domina o intenta dominar el mercado editorial español.
La razón de su anonimato la explican ellos mismos:
¿Por qué trabajáis como colectivo y renunciáis a la identidad?
Es un tema muy complejo como para explicar en una columna. Nuestra posición actual parte de la carta que Keats escribe a Richard Woodhouse el 27 de octubre de 1818. En ella, Keats dice: "Un poeta es lo menos poético de la existencia, ya que carece de identidad desde el momento en que se ve continuamente en la necesidad de ocupar el cuerpo de otro". La esencia de este carácter poético consiste en carecer de identidad. "La función del poeta es acoger lo que se muestra, sin interferir, dejando que todo sea lo que es, y para que esto ocurra ha de carecer de identidad, o al menos de la identidad que nos es familiar". Si se sustituye la palabra poeta por crítico, el argumento resulta hasta más poderoso.
Como dice Cadenas, "Nuestra cultura siente recelo frente a todo lo que atente contra su soporte, que es el yo". Y por eso se entienden los recelos que nuestra falta de identidad produce en algunos.
El segundo blog que quiero enlazar es el de la Patrulla de Salvación, dirigido por la sargento Margaret y sus amigas, un grupo imaginario de ancianas que acuden al rescate del Libro ante los peligros que lo acechan, que no son pocos. Libros y autores, claro está. Libros, autores y lectores, todos amenazados por una industria -la del libro- que se asemeja demasiado en la práctica al resto de industrias actuales. Era inevitable que fuese así, pero no por ello hay que dejar de protestar. Al fin y al cabo un libro no es exactamente lo mismo que unas zapatillas Converse (por poner un ejemplo), aunque para el mercado se trate básicamente de lo mismo y por lo tanto se aplican (¿implementan? qué horror de palabra) los mismos métodos en base a los mismos códigos y tipos de negocio.
En el mercado actual un libro es un producto similar a cualquier otra mercancía de consumo, los escritores son parte de la producción (aunque a un nivel distinto que el de los trabajadores en precario de empresas como Apple en países del "Tercer Mundo"), y por lo tanto las editoriales trabajan ya como cualquier otra empresa de bienes de consumo, en detrimento de la "cultura" (sigo esperando a que me envíen los de Público una entrevista a tres sobre mercado y cultura que publicaron hace bastantes meses y que no he conseguido encontrar). Pueden leer aquí la presentación de las chicas de Patrulla de Salvación, sus objetivos y una breve explicación (lo que en inglés sería FAC). Echo de menos sus consejos postreros sobre cócteles, pero supongo que la cosa está más seca de lo que cabría esperar.
Por último me gustaría comentar el blog de Lector mal-herido escrito por el personaje Juan Mal-herido, creado por Alberto Olmos. No se trata de un blog específicamente anónimo, pero la responsabilidad de las opiniones recaen sobre un personaje ficticio, como en toda novela (aunque haya gente a quien que le cueste entenderlo). Sus críticas literarias -ese género extraño- son bastante ácidas corrosivas insultantes hijas de puta, el personaje es machista, misógino, algo engreído y muy faltón. Por eso gustan. La gente quiere sangre, la gente quiere Sálvame Deluxe aunque no soporte verlo. La gente quiere chismorreos combinados con comentarios ingeniosos -y suficientemente certeros- sobre otra gente, sobre otros escritores. Eso lo sabe Jorge Javier, lo sabe Alberto Olmos y lo sabe hasta Perry. Eso funciona. A mí me entretiene, me divierte. A veces incluso me fío de su criterio. La Patrulla de Salvación le dedicó un post no tan amable hace no mucho: "Alberto Olmos está muy suelto".
Es decir, aunque parezca contradictorio, defiendo cierto tipo de anonimato si este sirve a una buena causa (la crítica, la investigación e incluso el humor). Lamentablemente la gran mayoría de comentaristas y críticos anónimos son simplemente trolls, sólo pretenden molestar sin aportar nada más (ni siquiera humor). Me consta que tras el artículo anterior al menos un troll se ha registrado en Blogger para dejar comentarios. Lamentablemente no creo que vaya a ser una práctica generalizada. Lamentablemente incluso registrándose no aportan mucho. Lamentablemente para ellos los bloggers (otra palabra que odio) podrán censurarles cuantas veces quieran. Si quieren molestar de verdad, profunda y radicalmente, que lo hagan como estos tres ejemplos que he puesto. Cualquiera sirve, pero no sirve cualquiera. Por eso seguirán existiendo trolls. Trolls en comentarios y en revistas literarias, trolls en las redes sociales e incluso trolls en la política, como Durán i Lledia.