martes, 18 de octubre de 2011

No os hagáis los locos (si no estáis realmente locos)

Sí, no os hagáis los locos, lo digo por vosotros. Lo digo por esa estúpida costumbre de muchos autodenominados artistas que se dedican a exhibir una locura que no padecen, a jugar a estar enfermo, sí, a jugar a estar locos. No lo hagáis más, dejad esa pose, ese personaje, olvidadlo. No sois Dalí. Personajes como Dalí sólo ocurren cada dos mil años. Vosotros no sois Dalí, repito, abandonad la pose de la locura. No estáis locos, no os hagáis los locos.

Quién ha sufrido una enfermedad mental o psicológica jamás parodiaría la locura. La locura no se juega porque no es un juego, al contrario. Quién ha padecido o padece la locura, en cualquiera de sus vertientes, no montaría un circo con ella. Jamás. Un enfermo conoce demasiado bien el ruido oscuro, el vértigo de no encontrarse o de conocerse demasiado bien para temerse. Vosotros no. Un loco no quiere estar loco, un loco sufre. Vosotros no. Vosotros habéis creado monstruitos de corta y pega a partir de experiencias de otros. Ese monstruito ni siquiera está muerto, ese monstruito que vosotros llamáis locura es de hojalata o cartón. No vive, no camina a vuestro lado arrebatándoos vuestra vida. No sabéis qué es eso. Jamás lo sabréis. No os gustaría saberlo.

Creéis que la creatividad permite llegar a cualquier estado. Es mentira. Posiblemente os hayáis drogado todos los fines de semana durante años. Eso no es estar loco. Seguramente quisisteis moriros cuando os dejó vuestro novio a los veinte años. Eso no es estar loco. La tristeza no es depresión, cortarse las venas superficialmente no es un intento de suicidio. Era para llamar la atención. No os engañéis. No engañéis a los demás. Ser bipolar no es levantarse de mal café y acto seguido estallar de alegría con el vestido nuevo. No-lo-es. Mirar el correo y el móvil en un ataque de celos no es paranoia. Son simplemente celos. Agobiaros por los exámenes, sentir rubor ante una situación vergonzante no es ansiedad. Dad gracias porque no lo es.

Repito, insisto: no os hagáis los locos. No hace falta hacerse el loco para ser eso que creéis que es un artista. Un artista es un creador. Para crear una historia no hace falta estar loco. Cervantes no estaba loco, pero creó personajes que sí lo estaban. No sois Cervantes. Personas como Cervantes ocurren cada cinco mil años. Vosotros no sois Cervantes. Pero podéis crear historias verosímiles sobre gente que no está cuerda. Estupendo. Pero no os hagáis los locos. No lo estáis. Todo ese espectáculo egoridículo es innecesario. Vosotros no os lo creéis, los demás no os creen. Abandonad la pose.

Vosotros no habéis sentido que tenéis un enemigo dentro. Un enemigo de verdad, astuto y fuerte. Un enemigo que os pone la zancadilla, que os amordaza entre vuestros huesos, que actúa a vuestras espaldas. Vosotros no sabéis lo que es vivir a partir de otro que nadie más puede ver. No sabéis lo que es sentir miedo al tocaros, al sentiros, al veros. No sabéis qué clase de vida es aquella que se vive a expensas de lo que decida otro que no existe. No, no lo sabéis. Sois afortunados, seguid así.

Mientras vosotros jugáis a los locos, mientras vosotros os drogáis de mil formas distintas para intentar acercaros a eso que creéis que es la locura, los locos sufren. Ningún enfermo mental tomaría algo para sentir su enfermedad, porque su enfermedad le acompaña siempre, quiera o no, de una forma tan intensa que no seriáis capaz de entender jamás. Por suerte, jamás. Y al día siguiente tendréis una resaca que no os dejará levantaros de la cama, y os quejareis. Un enfermo puede estar semanas, meses, sin salir de su cama. A los enfermos les hipermedican y no tiene nada de gracioso, nada de lúdico: no es divertido. Los enfermos quieren curarse porque están enfermos. Vosotros queréis enfermar porque estáis cuerdos. No juguéis a estar locos.

Estar enfermo de locura es socialmente denigrante. Jamás lo entenderéis. A un loco nadie lo entiende. Nadie entiende lo que es estar enfermo psicológicamente. Cualquier persona siente compasión hacia un enfermo de cáncer. Cualquiera puede sentir empatía hacia alguien a quién hayan amputado una pierna. La herida física se entiende. La herida mental no. Los enfermos mentales tienen que enfrentarse a todo el mundo porque ese mundo no es capaz de entender que está enfermo. ¿Dónde está la herida? ¿por dónde sangra? ¿y las vendas? Nadie ve nada. Por eso no lo entienden. Ocurre que muchas veces ni siquiera les creen. "Si no sangra está sano", dicen. "Si puede caminar puede trabajar", dicen. Es mentira. La mayoría de las enfermedades mentales son para toda la vida. Creedme, para toda la vida. Por mucho que se ultramediquen, por mucha terapia y por mucho dinero que uno se gaste en psiquiatras, la enfermedad sigue ahí. A veces está más tranquila, a veces un loco cree estar curado. Pero es mentira. La herida está demasiado dentro, tal vez dormida, pero esperando. Es un león, una serpiente, un grillo o un buitre: da igual. Sigue ahí esperando y no se rinde jamás.

Insisto, repito, imploro: dejad de haceros los locos. Si sois buenos en lo vuestro os juzgarán por ello, sino no, por mucho que hagáis un papel. No hay nada peor que un autodenominado artista que pretende estar loco para compensar su falta de talento. Sed sinceros con vosotros. Sed sinceros con los demás. Abandonad la pose, abandonadla ya. A algunos locos, a algunos enfermos, a algunos tarados, no les queda otra que eso que llaman arte para sacar sus demonios. Dejadles esa parcela para ellos. Ese territorio es suyo, sólo suyo, de nadie más. No juguéis con eso. No se lo arrebatéis más. No no lo hagáis. No es un aviso, no es un consejo: es una amenaza.