miércoles, 16 de julio de 2014

CXCII

Nosotros, los condicionales,
los que un día dejamos el gas encendido y volvemos cada día con la broma del mechero
a ver si explota todo,
nos hemos acostumbrado.

Mientras ellos, los que voluntariamente sucumbieron al juego,
los que jamás entendieron el lenguaje monocorde de las neveras
y sin embargo comparten con nosotros los mismos humos,
nos muestran orgullosos lo que pudimos haber sido y obtenido
si no fuéramos, precisamente, como somos.

Simplemente nos fuimos a buscarnos y aun no hemos vuelto,
perdidos en ese uno mismo que es para nosotros el más lejano,
recolectores de alguna miel que aun no hemos probado
y asombrados todavía por el ritmo incierto al que estamos enganchados
como yonkis a una trampa que lleva años fuera del mercado.