miércoles, 2 de noviembre de 2016

épitaphe

No soy humano,
no soy persona,
no soy gente
ni mucho menos pueblo.

Yo soy mi única propuesta,
mi argumento,
la Idea.
Aquí mi cuerpo,
símbolo, bandera,
material de desguace,
chatarra,
la única trinchera.
Mi tiempo,
aliento de guerra.
Soy mi propio experimento,
mi cárcel y mi pena.

Nunca aprendí nada
a base de palos,
los golpes en todo caso
ponen a prueba lo sabido.
No adapté mis valores
para tranquilizar mi conciencia,
es mi espíritu quien retuerce
el rumbo de mi existencia,
es mi cuerpo el que integra mi ser
y no mi ser el que se acomoda a mi presencia,
es aquello en lo que creo mutación de mi vida,
no mi vida calderilla
de algún tipo de creencia.

No mendigué validación externa,
elegí la vía dolorosa y ella me acogió
como a un perro mil leches.
No pediré perdón,
prefiero dar las gracias.
Gracias por existirme,
gracias por golpearme,
gracias por vivirme hasta sentir
la soga constreñir mi cuello
y aguantar,
con el ánimo de las hienas,
esta maldita condena.