domingo, 18 de marzo de 2018

Jagannātha

Yo no trazo caminos ni acaparo víveres,
no planifico ninguna ruta
ni cierro convenientemente
los asuntos pendientes.
Si supieses lo que he hecho para poder existir
levantarías una estatua de oro
y alimentarías a los gatos
que a sus pies descansarían.
O llamarías a la policía,
pero ya sabes en qué
eso te convertiría.

Huyo hacia delante
porque no hay hogar al que regresar.
El otro día una mujer que no conocía
me dio un abrazo,
me dijo sé por lo que estás pasando
y por un momento sentí
que aun tenía familia.

Recuerda el mañana,
ayer estaba muerto
y hoy te escribo esto
sabiendo que la voz que ha de salvarme
es una lengua muerta
que nadie quiere ni sabe traducir.

A veces nada fluye
todo se retuerce,
peleas, malentendidos
y esos silencios que hielan tanto el pecho
que acaban quemando por dentro.
Pero cuanto mejor bailan
mis deseos con los hechos
más siento que estoy tirándome por la borda
y aun así
sigo preparando la nave que ha de llevarme
hacia algún sitio que aun ni sospecho.

Me conozco la historia,
amueblaré y habitaré este momento sin relojes
sabiendo que pronto será pasto de las llamas
de mi propio destello.